En los días posteriores al crimen de Asunta contamos con más evidencias sobre el estado de los medios que sobre los hechos que condujeron a la muerte de la niña. Paradojas de este tiempo, casos que tardan en resolverse meses, años y que, en algunas ocasiones ni siquiera terminan de esclarecerse jamás en su totalidad, pretenden ser resueltos por distintos programas sólo 24 horas después. Cualquier hilo sirve, cualquier pista es válida, más aún cuando dirige la atención a un móvil escabroso, retorcido. Si más tarde se demuestran equivocados esos caminos informativos, no se mira atrás, no se pide perdón; prosigue la inundación de ‘últimas horas’, a cada cual más vacía o carente de sentido. El término antiperiodístico ‘podría’ se estira hasta límites inaceptables, los titulares propios de película de Hollywood se hacen tónica y el que se tome la cuestión con cautela y en segundo plano pierde el tren de la audiencia.
‘Asunta y las hienas’, en Punto de Encuentro.
Corresponsal en la Tierra 