El circo se olvida de Constantino Romero

No por esperado es menos doloroso. Constantino Romero ha sido olvidado por las portadas el día después de su muerte. Sólo La Vanguardia se acuerda de él. Esto nos confirma desmemoriados, injustos y desagradecidos. A su vasto currículum y a su afable carácter debió añadir horas de conducción de un monoplaza, el patrocinio de un gran banco, el manejo de la raqueta o la afiliación a un partido. De otra forma, esta prensa es intransigente y me atrevería a afirmar que inhumana. Prima lo concreto y efímero sobre lo eterno. El comunicador total ya no regresará. Ya no habrá nada que contar sobre él de ahora en adelante. Sí de Fernando Alonso, de Rafa Nadal o de sondeos políticos. Sólo se requería un mínimo de perspectiva, de altura de miras.

Otra más. Otra ocasión perdida. Osado el bueno de Constantino, que ha amenazado la entrenenidísima y nada trillada actualidad. Que siga el circo. Y que no cuente con este corresponsal.

El papel llega tarde y no lo disimula

El papel llega tarde, pero sólo porque quiere. La minoría que hoy adquiere prensa en el quiosco o por suscripción ya conoce en buena parte lo ocurrido el día anterior porque lo ha contado la televisión, lo ha contado la radio y lo ha contado la Red. Así, el rol del periódico impreso es el valor añadido. Sin embargo, aún hoy encontramos ejemplos para el desánimo, quizá motivados por redacciones que ya apenas pagan taxis, no digamos viajes, y sin tiempo para hacer unas llamadas. El fruto es un Periodismo de agencia y declarativo carente de luz.

La Vanguardia no responde a este patrón, o no suele, pero este jueves se ciñe a él. ‘El ministro Wert insta a «españolizar a los alumnos catalanes»‘ como titular de portada. Nada nuevo. Debajo, el diario nos cuenta que el ministro recibió tanto aplausos como críticas. Ya sabido. Debajo, lo que opinó Rajoy al respecto. Más de lo mismo. El papel llega tarde si renuncia a llegar primero allí donde la tirana inmediatez del resto de soportes impide llegar. Y así no se vende el papel porque no sirve para nada.